domingo, 12 de octubre de 2014

Homeland: ¿Qué pasa con Carrie?


Después de ver los dos primeros capítulos de la nueva temporada de Homeland tengo muchas cosas en la cabeza. La serie ha dado un cambio de rumbo radical tras los eventos de la última temporada, y nos encontramos ante un panorama distinto al que tendremos que acostumbrarnos poco a poco. Sin embargo, hoy me gustaría hablar de lo que más me ha llamado la atención del regreso de la serie tras un parón que se ha hecho muy largo: Carrie.

Todos sabemos que Carrie no es una persona equilibrada. A lo largo de las tres temporadas anteriores, la hemos visto pasar por etapas muy duras en las que la hemos acompañado en su bajada a los infiernos, en forma de crisis de ansiedad y de personalidad causadas por su trastorno bipolar. Claire Dance ha conseguido dar vida a un personaje creíble lleno de matices y muy controvertido, algo que se ha llevado a extremos insospechados en esa season premiere.

Cuando nos despedimos de ella en la tercera temporada, Carrie estaba embarazada de Brody. Nos quedamos con la duda de si tendría o no el bebé, duda que se resuelve en este inicio de temporada marcado por el carácter duro e implacable de la agente de la CIA. Nos encontramos con una Carrie encargada de autorizar ataques con drones sobre posibles objetivos terroristas y lo primero que nos llama la atención es la frialdad con la que lleva a cabo su cometido.

¿Dónde ha quedado la Carrie emocional e impulsiva que conocíamos? Probablemente se quedó en aquella plaza en la que el amor de su vida dio su último aliento colgando de una grúa. Ahora es una mujer completamente volcada en su trabajo (mucho más de lo que siempre estuvo), cuyo máximo deseo es permanecer alejada de su propia hija, a quién es incapaz de querer.


Este es tal vez el punto más controvertido y el que más ha dado que hablar en el regreso de Homeland. Los guionistas nos muestran a una mujer que no quiere estar cerca de su bebé, a quién ha dejado al cuidado de su hermana y con quién es incapaz de pasar unas horas sin que le pasen ideas terribles por la cabeza.

En una escena tan esclarecedora como escalofriante, vemos a Carrie a punto de ahogar a su propia hija en la bañera, dominada por un sentimiento incomprensible que la lleva a tomar la decisión de alejarse de ella tal vez para siempre. A lo largo de los dos primeros capítulos hemos visto como, pese a sus tímidos esfuerzos, Carrie no es capaz de ejercer su rol de madre, está completamente alejada de ello y ni siquiera es buena para la seguridad de la pequeña.

Sin embargo, cuando lleva a su hija hasta la antigua casa de los Brody, habla de él entre lágrimas y se desahoga recordando lo mucho que le quiso y todo lo que significó para ella. Vemos a una Carrie más rota que nunca, capaz de cualquier cosa para alejarse del lugar donde conoció al amor de su vida, y refugiándose en su trabajo para protegerse del sufrimiento que le provocan los recuerdos.

Ahora mismo, es muy difícil sentir simpatía por ella. El mismísimo Queen, un asesino a sueldo, es incapaz de comprenderla y se muestra asustado por el comportamiento de la rubia. Estoy segura de que, en esta cuarta temporada, van a ponérnoslo muy complicado para comprenderla, pero también sé que Homeland es capaz de sorprendernos y dejarnos con la boca abierta en cuestión de minutos.

Por mi parte, estoy dispuesta a emprender este nuevo viaje asumiendo todo lo que ha quedado en el camino, todo lo que ha cambiado y todo lo que ya no volverá a ser igual. Homeland ha cambiado, pero es lógico que lo haya hecho, ahora hay que tener paciencia para habituarse a las novedades y, sobretodo, abrir nuestra mente para introducirnos un poquito en la de Carrie.

Será, sin duda, emocionante.

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